He estado como un vagabundo melancólico buscando un motivo para no ceder ante todo lo que sentía cayendo del cielo en contra mía, en cambio encontré a tu lado un rumbo distinto, lleno de una serie de contrariedades del universo que yo creía conocer, debí saber desde el momento que me perdí en tu mirada que sería imposible encontrar a la persona que fui antes de tocar con mis dedos tu cabello casi rizado, debí advertir también que todos los problemas que quise esconder detrás de las sonrisas y las caricias, todo el amor que hicimos, se iba a terminar sumando a una carta posfechada llena de las cosas que quise amar para toda la vida y que no supe guardar para mí.
Sin embargo, ahora estoy aún más derrotado que en mi peor mal momento, porque el catálogo de miradas que me robaron el corazón es mas basto que antes de enamorarme de ti. Sigo latiendo con ese compás de agitación y desnudez, la oscuridad de mi cuerpo sigue perdido en un vaivén de aromas que me recuerdan a ti, debí saber desde el momento que le entregué toda mi devoción a tu mirada que sería imposible encontrarme los restos de la persona que fuí; entre tu aliento y mi piel se selló un destino del que no podríamos escapar jamás.
Ha dado la vuelta el calendario y terminó la cláusula que nos marcaba un destino tormentoso y fugaz, denso y catártico. Aquí me doy cuenta que conocí nuevos matices del amor mientras intentabas repararme, aún huele tu piel a mi piel, ese recuerdo sigue evocando habitaciones vacías con tu aroma y me deja de rodillas pensando si serías tú: ese amor que cambiaría mi vida.
Y no tuve el valor de quedarme a tu lado, dejar que tuvieras una parte de mi para siempre, mi ego me dejó de nuevo en la banqueta de un amor que pensé que no existiría jamás y me privaría de seguirte adorando y ahora guardo más derrotas que la tragedia de estarte perdiendo. Vivo aferrado al impulsivo reflejo de amarte como si mañana nos encontrara el fin del mundo mil veces, muerdo la ilusión de que esta página en mi libro contenga una infinidad de letras que cobijarán mi soledad.
Es que el infinito duró tan poco esta vez, tan poco que no dudaría que será eterno y marque para siempre la manera en la que decida vivir los días que me quedan sin ti, un sueño al que ni en mi momento más ingrato consideraría lanzarme todas las veces que fuese necesario, si tan sólo esto me permitiera sentir una vez más tu latido tormentoso, si tan sólo tu mirada perfecta y tu sonrisa vibrante y todo esto que me llevó a entender los poemas que decían con letras como se siente tocar el cielo con las puntas de los dedos, esas diminutas manos que pudieron guardar mil mundos que encontré y perdí para ti, y luego llegar a este preciso instante en el que me enfrento conmigo mismo y dudo que pueda convencerme de dejarte ir, sin vida y sin muerte, sólo un amor olvidado.
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