
Un día, sin darnos cuenta, te volviste una extraña. Las conversaciones se fueron llenando de una formalidad casi jurídica. El diálogo se convirtió en un separar el catálogo de cosas que fuimos juntando. Me dolió mucho menos desprenderme del auto que del espacio en tu habitación. Y, sin querer, se fueron también separando los recuerdos. Cuáles te quedabas tú, cuáles me quedaba yo. Decidí dejar para mí los más tristes, como para formarme un decálogo de cosas que no quería volver a vivir jamás. Los hijos, el perro, los hábitos, esos se salvaron del pleito, esos subsistieron al temblor.
Y encuentro terriblemente optimista llamarle a esto un pleito. La verdad es que nos hizo tanta falta la bronca. Un día solo decidimos seguir caminos separados, sin tanto drama, sin derramar bilis del coraje. Tomé mis cosas, tomaste las tuyas, nos hicimos un calendario y perseguimos nuevos rumbos. Creamos también la ilusión de mantenernos amigos, tan amigos como pudiéramos. Yo no sabía que las utopías colapsan invariablemente. Y juzgando ya en un tiempo futuro que acumuló mucho polvo, tengo que reconocer que a la amiga sí la extraño miserablemente. Antes de las cuentas y los impuestos y la enajenación de todo lo material, mi amiga de alcobas vacías en una casa que se llenaba solo con nosotros dos, un pino de Navidad improvisado, latas en la alacena, rincones en los que aún vive algo de ti, algo de mí.
Paradójicamente, el tiempo puede ayudarte a curar o empeorar todo lo que sientas y se van acumulando circunstancias que te alejan o te acercan al abismo de pensamientos que te surcan la cabeza y el alma, se va envenenando la memoria cuando se combinan las promesas que jamás pensaste se romperían con el jodido ego que te traiciona y te pisotea. la realidad es que Mañana tendremos otros nombres, otras historias, otras vidas... las vicisitudes de nuestro tiempo se volverán personajes irreconocibles de una comedia perpetua que avanzará cíclicamente como las manecillas de un reloj. Porque en mucho menos tiempo del que te imaginas, ese colchón en el que iniciaste un hogar olerá a alguien más, contará otras historias.
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