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  • Gerardo Javier Garza Cabello

Si escuchas este suspiro, estas muriendo.



Dijiste adiós, olvídame.

Y cayeron una docena de cajas apiladas con todo lo que tenía a tu nombre, comprendí que mi vida estaría sin la tuya, que ese camino que memoricé ya no serviría de nada, que debería de comenzar a olvidar tu color favorito, borrar tus canciones de mi lista de reproducción…tendría que adaptarme a salir a la calle, romperme de nuevo, repasar el discurso aquel con el que hace muchísimos años me robé tu corazón, esperar que no haya pasado de moda el amor; no lo sé, ha pasado muchísimo tiempo desde que intenté enamorarme.


Y al final me quede solo conmigo, llegó ese nefasto minuto de soledad en el que tengo que tolerarme y repasar porque no me toleraste, tal vez golpear alguna pared o emborracharme solo para no pensar en cómo tuvimos una cadencia increíble para inspirarnos todo, entender que estoy muriendo, que todos estamos muriendo.

No sé discernir que duele más: saber que esa es la única verdad o asimilar que no estaremos juntos cuando ese día llegue, porque no quería verlo, en realidad hice todo por no entenderlo… ese punto, fue punto final.

Y quiero ser egoísta, incompetente, errático y que el corazón no recuerde siquiera tus manos en las mías, entonces me detengo irremediablemente a recordarte y ese pequeño esquicio de tu aroma, jode todo mi universo.


Ya no quiero mas el recuerdo de tu sonrisa, esa estúpida sonrisa franca que me enseñó colores que tal vez no vuelva a ver jamás, quisiera poder borrarte de mi memoria, aunque con tu recuerdo se termine esfumando toda prueba de que supe ser jodidamente feliz, que no me até a nada mas que la esperanza de que fuéramos y después también recordar que me advertí todo esto cuando en medio de un ruido estruendoso te dije te amo por primera vez, escogí ese instante preciso en el que sabía que no me escucharías, para dejarle al azar ser yo el imbécil que lo diría por primera vez, no lo escuchaste.


Ahora no quiero ni siquiera prolongar este suspiro, me duele incluso tener que lidiar con tu número en mi teléfono, no me soporto cuando lo digo en voz alta para no olvidarme de él, aunque sé que es un número que jamás volveré a llamar. Quise cortar todo por la mitad y regresarte lo que te corresponde, medio “yo” pero no he tenido el valor de abrir esas cajas con flores secas y fotografías de sonrisas que no volveré a sonreír, esas cartas que aún huelen a miel y verano, ese tipo que no sé si volveré a ser, sé que aun vives aquí, en espacios que no he podido alcanzar en mi alma, y créeme amor, si escuchas este suspiro, estas muriendo.

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