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Gerardo Javier Garza Cabello

Hermano



Me sumerjo en la contemplación de cómo serías ahora, imaginando tus canas y las arrugas que nunca danzaron en tu rostro. ¿Poseerías la sabiduría serena de un viejo o la osadía encantada de un mago? ¿Tejerías historias de piratas o sufrirías la cárcel impuesta por un escritorio? ¿Cambiaría tu sonrisa con el paso del tiempo?


Me detengo a reflexionar sobre cómo sería la familia contigo aquí, y mis pensamientos comienzan a esculpir tu figura en la neblina de la memoria, construyendo un camino de recuerdos que, paradójicamente, nunca existieron. ¿Serías un trotamundos, un nómada errante, o hallarías tu ancla en el abrazo de una familia?


Me sumerjo en un mar de pensamientos, explorando el sendero imaginario de la vida que no te sucedió. ¿Sería el día a día más sereno contigo a mi lado, o el destino, en su danza caprichosa, habría encontrado maneras de desafiarme, de hacerme tropezar, como cuando decidiste dejar este plano terrenal?


Me pongo a pensar, y me asombra la velocidad con la que tu recuerdo se esparce, como un incendio, iluminando todos los rincones de mi ser. No temo aceptar que ya no estás, pero me estremece la idea de que tu esencia se haya desvanecido en la eternidad. ¿Será tu halo una anécdota repetida, acaso la idea de lo que no pudiste ser ha frustrado mis intentos de encontrar la felicidad?


No niego la culpa que me abruma al ser feliz, como si tu ausencia exigiera un tributo de melancolía. Por eso, debo aprender a reconocer cuando tu sombra me hace pequeño y, a la vez, dejar de comparar lo que yo sí pude vivir con lo que tú dejaste como tinta en un tintero. Pero hoy no me motiva la nostalgia; hoy me trae aquí el agradecimiento y el recuerdo grato por los fragmentos de ti que perviven en mis recuerdos.Te observo con los ojos de mi propio camino, comprendiendo que, a pesar de tu temprana partida, viviste, amaste y dejaste una huella que sigue vibrando en mil corazones.


Quizás la vida sería más sencilla si siguieras aquí, pero no es el anhelo de la simplicidad lo que me abruma, sino la idea de que tal vez yo no soy quien debí haber sido, tal vez mi esencia y la trama de mi historia sean el producto de una cruel casualidad. Tal vez tu vida habría llevado la mía en otra dirección, y ahora no sé si pueda yo mismo emerger de mi propia realidad. Aun así, debo partir, porque te he sostenido mucho tiempo. Te necesito, pero no puedo balancear mi vida sobre el pedestal de tu recuerdo. Te extraño, pero alguien merece la plenitud de mi ser. Te amo, hermano, por toda la eternidad.

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