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  • Gerardo Javier Garza Cabello

(Casi) en ruinas



Existe un sendero donde escondí relatos con tu nombre, solían ser bosques llenos de humedad y verdad. Ahora quedan mil huecos en ruinas en el inmenso páramo de mi memoria, pero siempre habrá algunas luces encendidas, como el balcón de la casa que compartimos en aquel extraño lugar al que emigramos un invierno. Creo que de todos los lugares en los que sobrevivió tu memoria, este es uno de los pocos que han resistido todas las tormentas, todas las tristezas, todos los rechazos.


Ahí sigue aquel chico, profundamente enamorado. Ahí sigue aquella chica que pintaba cuadros con sonrisas, que fotografiaba todo, que no quería perderse de nada. Regreso a ese tiempo y lo recuerdo con los ojos vendados, viendo solo por los sentidos, no vaya a ser que la vista me engañe y descubra que esa versión de nosotros también fracasó, que ese departamento diminuto está ocupado por nuevas almas que se buscan con violencia y que se olvidarán sin remedio.

Me hace pensar si seguirás existiendo en algún haz de luz que se perdió en el espacio. Imagina lo hermoso que sería que hubiera átomos de nuestra existencia anterior buscándose, encontrándose, bailando ese vals. La fotografía en la que callas con la punta de tu dedo mi boca es un bucle entre Auriga y Andrómeda, creo incrédulamente que ese momento nunca morirá, aunque tú y yo hayamos muerto.

No sé dónde, pero en algún lugar seguiremos vivos por siempre. Ojalá no sea solamente en mi imaginación. Qué tortuoso saber que solo yo sufro esa desolación. No quiero que estés en mi naufragio. En esta nueva isla, estoy perfectamente solo, pero una parte de mí desea que las cosas en las que yo viví para ti te encuentren desolada en algún lugar. No disminuye mi tristeza saber que tú también estás triste. Es el ego el que necesita esa victoria. Quiero pensar que fui trascendente para ti, pero te veo después de tantos años y algo en tu mirada me dice que mi recuerdo fue solo eso, algo que te sucedió.

Pero para mí, lo fue todo, carajo, en verdad que lo fue todo. El vaso lleno y desbordándose, los castillos y el pueblo donde siempre era Navidad, esos primeros muebles que tardamos años en pagar, la casa vacía pero desbordándose de los dos. ¿Realmente todo eso se redujo a cenizas que ya se llevó el viento? ¿Acaso me imaginé todo esto? Ni siquiera sé a quién le molesta el olvido, si a mí que ya pasé por más películas de las que puedo recordar, o a él que vivió la más grande historia de amor de esta ciudad.


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