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  • Gerardo Javier Garza Cabello

He besado al sol


-Seguir viviendo en un mundo en el que ya habías muerto- qué improbable acontecimiento. Y somos así, como tú y yo, muchísimos los que navegamos este sentimiento, porque regalarle tu suerte al destino y vencerlo es tan poco natural, que nace como reflejo una fuerza primitiva que transmuta en gratitud ingrata, porque venciste y sucumbiste y tus ojos no volverán a ver con tibieza, jamás volverás a ser el mismo; tal vez por eso es que me llamó la tierra en su regazo y le pregunté ¿Quién eres tú? Me calló con un beso y todas las cosas mágicas y absurdas que había querido evitar, me vieron de frente y me pusieron de rodillas, eres magia, te lo dice mi corazón.


Estoy repleto de gratitud, ilusión y respeto, porque hoy me ha besado el sol. Me besó con cadencia y construyó en ese instante, todas las cosas que creí que había perdido, las que ignoraba que necesitaba, tocaron la tierra mis pies desnudos y supe todas las respuestas, se formularon también preguntas nuevas, nacieron palabras que jamás habían sido pronunciadas y formaron un puente hasta la luna, donde danzaron almas polarizadas, que no tuvieron más remedio que crear un nuevo lenguaje que llenaría otro manantial, con palabras en forma de parvadas y la magia del quetzal y me bebí ese dialecto y me llené de paz.


Caminé en senderos hasta el fin del mundo y lo vi todo tan pequeño. De pronto cabía toda la eternidad del tiempo entre los labios y pude tener el cosmos en mis manos, besé el sol y el sol me besó de vuelta – Eres la tierra, dije, y no mentía- de un solo trago, el sistema solar fue bebido y una noche entre el Tacaná y una ceiba descubrí que podía volar, entré despacio al manantial y tomé la tierra entre mis manos… la hice flotar, bebiste también el azar, las cosas fútiles y olvidadas, el recuerdo de la mirada de mi madre sosteniéndome entre sus brazos, todo el oxígeno que fue bocanada hasta llegar a mis brazos, sosteniendo ahora a los hijos de la mujer que más amé y en esa inmensidad de tiempo comprendí los patrones del agua mientras hacían el amor el viento y el más dulce manantial y ya no fui más, un alma nueva persiguiendo un viejo amor, el día que me besó el sol.

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