Quisiera ser tus sueños y tus anhelos, tener en mis manos el tiempo y el lugar en el que tu aroma nace detrás de tus pasos, quisiera ser aquella campanada que te anuncia la hora a lo lejos, quisiera por lo menos ser suficiente; poder ser tan grande como el mismo sueño que te impulsa a ir donde no estamos juntos. Quisiera ser tu sueño y tu anhelo, el café que bebes y ese dolor de muelas por las mañanas, las calles que recorres, la bicicleta en la que vas al mercado los domingos, esos que nunca te recordarían a mi. Me hubiese gustado ser yo lo que deseabas en silencio, pero ahora estoy acá: nublado y grisáceo. 2
En lugar de ser el aire que acaricia tu cabello y el olor a tierra mojada de tus mañanas, soy solo una sombra opaca de lo que fui. Tanto pesa recordarte que se encogen mis hombros, los pasos se entorpecen buscando en mi interior ganas de correr a donde estás, pero se me van en recordarte. Este corazón que palpitó sereno al compas de tu respiración se va acostumbrado peligrosamente a la tristeza.
Quisiera poder enumerar las veces que he escuchado tu nombre a lo lejos y es que escucharte reír cada vez que me descuido, buscarte y encontrarte en cada rostro...pero es ella, la nostalgia que me ha traído desbordada inspiración, esa tristeza que crea y que destruye. Con mi afán de no olvidarte te he descrito de mil maneras hasta hacerte pedacitos y allí dónde desapareces te he escrito mil poemas que no te pienso enviar, porque guardo también al lado de tus escombros una única esperanza, esa que dice que he de volverte a ver.